1. Se nota muchísimo la diferencia, en cualquier tema, cuando alguien habla desde su propia reflexión o experiencia, y cuando se habla repitiendo los argumentos y frases que otros han dicho sobre ese tema. Y esto último se nota tanto a nivel individual como a nivel de grupo, porque parece que todos se han aprendido la misma lección y no son capaces de decir otra cosa. Por el contrario, cuando se habla desde la propia reflexión o experiencia, se podrá estar o no de acuerdo con lo que esa persona dice, pero por lo menos se reconocerá que habla por sí misma y no por boca de otros.
2. Hemos llegado al final del año litúrgico y lo culminamos con la solemnidad de Cristo Rey. Como repetiremos varias veces durante la Eucaristía, tanto en los textos eucológicos como en la Palabra de Dios, hoy afirmamos que Jesucristo es Rey del Universo, que es nuestro Rey, que somos ciudadanos de su Reino.
Pero hoy debemos sentirnos cuestionados por la pregunta que Jesús ha hecho a Pilato: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Porque como ocurre con otras celebraciones y verdades de fe, quizá hemos aprendido este título de Jesucristo y lo repetimos, pero sin haber reflexionado personalmente lo que significa que Jesucristo sea el Rey del Universo, nuestro Rey.
Después de estos meses celebrando la Eucaristía, teniendo tiempos de oración individual y comunitaria, procurando actuar con un estilo de vida acorde con el Evangelio… ¿De verdad Jesucristo es mi Rey? ¿De verdad reina en mi vida?
La 2ª lectura decía: Aquél que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino. ¿Me siento amado por el Señor? ¿Me siento perdonado por Él? ¿Cómo tengo presente su entrega en la Cruz? ¿Todo esto me hace vivir de otro modo, como ciudadano de su Reino?
Y en el Evangelio, Jesús decía a Pilato: Mi reino no es de este mundo. ¿Pienso que el Reino de Dios es algo actual, que tiene incidencia en la vida personal, social, política, económica…, o que es algo que no tiene nada que aportar a este mundo? En la práctica, ¿mi escala de valores, mis criterios… son los de “este mundo” o los de Jesús y su Evangelio?
Y después Jesús decía: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. ¿Caigo en el relativismo, pienso que hay diferentes “verdades”, que cada uno tiene “su” verdad? ¿Reconozco que la Verdad es Cristo y su Evangelio, y procuro escucharle para que la Verdad rija mi vida, y así Cristo pueda reinar en mí?
En el Prefacio de la misa escucharemos las características del Reino de Dios: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz. Si Cristo reina en mí, ¿cómo se me nota, cómo hago vida su reinado? En lo cotidiano de mi vida, ante personas y circunstancias concretas, ¿qué estoy haciendo para que su Reino vaya creciendo y transformando la sociedad? ¿Me esfuerzo para que haya más verdad, más vida, más santidad, más gracia, más justicia, más amor y más paz?
3. Es necesario que, en todos los temas que conciernen a nuestra vida, “hablemos por nuestra cuenta”, que tengamos ideas y criterios propios y no “los que otros nos han dicho”. Por tanto también en lo referente a la fe debemos aplicarnos este principio. No es aceptable hoy en día contentarse con unos contenidos de fe “aprendidos” y con una vivencia irreflexiva de los mismos.
El inicio de un nuevo año litúrgico, con el tiempo de Adviento, puede ser la ocasión para aprovechar las ocasiones que se nos ofrecen para que Cristo reine en nosotros, para ser cristianos maduros en su fe, para que se nos note que hablamos por nuestra cuenta cuando tengamos que dar razón de la misma, y que no nos limitamos a repetir lo que otros nos han dicho.
Tengamos presentes las palabras que el Papa San Pablo VI dijo en Evangelii Nuntiandi: Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: "¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís? Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos (76). Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio.
2. Hemos llegado al final del año litúrgico y lo culminamos con la solemnidad de Cristo Rey. Como repetiremos varias veces durante la Eucaristía, tanto en los textos eucológicos como en la Palabra de Dios, hoy afirmamos que Jesucristo es Rey del Universo, que es nuestro Rey, que somos ciudadanos de su Reino.
Pero hoy debemos sentirnos cuestionados por la pregunta que Jesús ha hecho a Pilato: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Porque como ocurre con otras celebraciones y verdades de fe, quizá hemos aprendido este título de Jesucristo y lo repetimos, pero sin haber reflexionado personalmente lo que significa que Jesucristo sea el Rey del Universo, nuestro Rey.
Después de estos meses celebrando la Eucaristía, teniendo tiempos de oración individual y comunitaria, procurando actuar con un estilo de vida acorde con el Evangelio… ¿De verdad Jesucristo es mi Rey? ¿De verdad reina en mi vida?
La 2ª lectura decía: Aquél que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino. ¿Me siento amado por el Señor? ¿Me siento perdonado por Él? ¿Cómo tengo presente su entrega en la Cruz? ¿Todo esto me hace vivir de otro modo, como ciudadano de su Reino?
Y en el Evangelio, Jesús decía a Pilato: Mi reino no es de este mundo. ¿Pienso que el Reino de Dios es algo actual, que tiene incidencia en la vida personal, social, política, económica…, o que es algo que no tiene nada que aportar a este mundo? En la práctica, ¿mi escala de valores, mis criterios… son los de “este mundo” o los de Jesús y su Evangelio?
Y después Jesús decía: Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. ¿Caigo en el relativismo, pienso que hay diferentes “verdades”, que cada uno tiene “su” verdad? ¿Reconozco que la Verdad es Cristo y su Evangelio, y procuro escucharle para que la Verdad rija mi vida, y así Cristo pueda reinar en mí?
En el Prefacio de la misa escucharemos las características del Reino de Dios: el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz. Si Cristo reina en mí, ¿cómo se me nota, cómo hago vida su reinado? En lo cotidiano de mi vida, ante personas y circunstancias concretas, ¿qué estoy haciendo para que su Reino vaya creciendo y transformando la sociedad? ¿Me esfuerzo para que haya más verdad, más vida, más santidad, más gracia, más justicia, más amor y más paz?
3. Es necesario que, en todos los temas que conciernen a nuestra vida, “hablemos por nuestra cuenta”, que tengamos ideas y criterios propios y no “los que otros nos han dicho”. Por tanto también en lo referente a la fe debemos aplicarnos este principio. No es aceptable hoy en día contentarse con unos contenidos de fe “aprendidos” y con una vivencia irreflexiva de los mismos.
El inicio de un nuevo año litúrgico, con el tiempo de Adviento, puede ser la ocasión para aprovechar las ocasiones que se nos ofrecen para que Cristo reine en nosotros, para ser cristianos maduros en su fe, para que se nos note que hablamos por nuestra cuenta cuando tengamos que dar razón de la misma, y que no nos limitamos a repetir lo que otros nos han dicho.
Tengamos presentes las palabras que el Papa San Pablo VI dijo en Evangelii Nuntiandi: Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza, se nos pregunta: "¿Creéis verdaderamente en lo que anunciáis? ¿Vivís lo que creéis? ¿Predicáis verdaderamente lo que vivís? Sin andar con rodeos, podemos decir que en cierta medida nos hacemos responsables del Evangelio que proclamamos (76). Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana. El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan o si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio.
El párroco