10 octubre 2020

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario – 11/10/2020

 1.     Invitación rechazada.

¿Por qué los primeros invitados rechazaron ir al banquete? San Mateo dice que “no hicieron caso” de la invitación y “uno se marcho a sus tierras, otro a sus negocios”.

¿Te sientes invitado al banquete? ¿Rechazas participar del banquete? ¿Por qué? Dios nos propone un montón de dones, mucha alegría, pero nosotros despreciamos esta oferta, mostrando mas interés por otras cosas.

Todos ellos tienen algo urgente que hacer, algo que no puede esperar, que reclama de inmediato su presencia. ¿Y qué representa, por el contrario el banquete nuncial? Indica los bienes mesiánicos, la participación en la salvación aportada por Cristo, y por tanto, la posibilidad de vivir para siempre. El banquete representa en consecuencia lo más importante en la vida; es más, la única cosa importante, porque ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? (Mt 16, 26).

¿En qué consiste el error cometido por los invitados? En dejar los importante por lo urgente, lo esencial por lo contingente. Ahora bien, esto es un riesgo tan difundido y tan desleal que vale la pena reflexionar sobre ello.

++Dejar lo importante por lo urgente en el plano espiritual significa dejar los deberes religiosos, cada vez que se nos presenta algo urgente que hacer.  Haz una lista de tus deberes religiosos y cuales son las cosas que impiden que cumplas con ellos.

     o   Es domingo y es hora de ir a misa, pero hay que hacer aquella visita, aquel trabajo en casa, la comida que hay que preparar… la misa puede esperar, la comida no; entonces se deja de ir a misa para otra ocasión y nos situamos junto a los utensilios de cocina.

    o   Para otros sucede cuando tiene lugar la oración. Oyen que debieran dedicarse con calma un tiempo a la oración, pero se acuerdan que está aquella cosas que preparar, aquella llamada que hacer, y así la posponen para otro tiempo. La desgracia es que las cosas urgentes a hacer, hacen que no cumplamos nuestras obligaciones espirituales y nos dediquemos a las cosas materiales.

El Evangelio nos ofrece el ejemplo, la visita de Jesús a sus amigos de Betania. María entiende de inmediato qué lo más importante a hacer: estar con Jesús, escucharle, hacerle compañía. Marta por el contrario “estaba atareada con los quehaceres de la casa”

Una cosa es importante y necesaria: ganarse a Dios y con él la vida eterna, dejar esto por pequeñas cosas, aun cuanto urgentes que sean, es un error. En la vida se puede fallar de muchos modos: como marido o como esposa, como padre o como madre, como hombre de negocios o como artista… pero, todos estos fallos son relativos. Hay santos que fueron en la vida un fallo continuo o único. No es así cuando se pierde a Dios. Aquí el fallo es sin apelación.

El Evangelio nos enseña a establecer prioridades, a buscar lo esencial.  En una palabra, a no perder lo importante por lo urgente, como le sucedió a los invitados de la parábola. El banquete del que nos habla el Evangelio se renueva cada domingo en la Iglesia, es el banquete de la eucaristía. Intentemos no ser de los de las excusas… 


Busca ejemplos en tu vida en los que dejas para más tarde lo importante por lo urgente.

++ En el ámbito humano ocurre igual que el espiritual:

     o   Dedicar tiempo a la familia, pero aparecen necesidades extraordinarias en el trabajo… terminando tarde para volver a casa y demasiado cansancio para dedicar tiempo al otro.

     o   Visitar a un enfermo en el hospital o residencia para mostrarle nuestro cariño y quizás hacerle algún servicio. Pero se deja para más tarde porque no es urgente…

     o   El cuidado de la propia salud… y no se encuentra tiempo…

2.     Llamada General

La fiesta no se anula, al contrario, amplía sus dimensiones más allá de lo previsto. Si en la historia de la salvación, Dios se dirige a un “pueblo escogido” como testimonio de su alianza, la perspectiva se hace universal, sin limitaciones ni discriminaciones. Nos lo recuerda la primera lectura que hemos proclamado: “el festín de manjares suculentos está preparado por Dios para todos los pueblos”.

La parábola sigue teniendo actualidad: ¿Somos capaces de responder a la llamada que el Evangelio nos hace, con toda su fuerza y o nos distraemos? ¿nos dejamos afectar por el testimonio de tanta gente, que “no son de los nuestros” pero se comprometen por valores que han nacido de nuestro patrimonio evangélico?

El proyecto de Dios sobre el hombre es un proyecto generoso de amor y comunión, que se expresa a través de la imagen del banquete, indica alegría en la comunión y en la abundancia de los dones de Dios.

3.     Acoger la invitación dignamente.

Para entrar en el banquete es necesario ir vestido de manera adecuada. El rey había puesto, trajes nupciales a disposición de los invitados. Sin embargo, un invitado se ha negado a ponerse uno. ¿Cómo has entrado sin el traje apropiado?. Pero el no responde. 

Dios nos hace la invitación, nosotros no la merecemos. Trae consigue el don de la gracia, que nos hace dignos de participar en el banquete. Debemos acoger no sólo la invitación, sino también la gracia que nos hace dignos. La gracia, nos purifica, nos santifica, nos pone verdaderamente en la condiciones necesarias para participar en la comunión divina con alegría y felicidad. Si la rechazamos, la invitación no podrá cumplirse plenamente. Seremos excluidos del banquete por la fuerza.

La generosidad divina tiene necesidad de nuestra colaboración. Dios no puede purificar a una persona que rechaza la gracia, que se complace en el mal, que sigue siendo rebelde. Dios necesita nuestra fidelidad y nuestra docilidad para poder colmar nuestro corazón. 

Pidamos al Señor que nos ayude a ponernos a ponernos el traje de fiesta, el traje de la gracia. Debemos llevarlo puesto para recibir la comunión. La Iglesia nos recuerda que si hemos cometido alguna falta grave, debemos purificarnos con el sacramento de la Penitencia antes de comulgar. Debemos estar en gracia de Dios para poder recibir todo el amor del Señor.